Vivimos en un mundo de locos, mientras las empresas automovilísticas se dedican a fabricar coches potentes, los políticos prohíben la conducción rápida; mientras las empresas alimenticias, se centran en el sabor olvidándose de las calorías, las empresas textiles discriminan a la hora de entallar en contra de las personas grandes, que como todo hijo de vecino gustan comer, pero también ir a la moda.
Después de comprobar que las tallas pequeñas siempre volvían al almacén mientras existía una escasez de tallas grandes, decidí investigar. No me hizo falta encuestar a 3.000 personas, pues con tan solo entrar en unos pocos foros, uno percibe, mejor dicho, ve la auténtica realidad: la imposición encubierta de una moda basada en tallas pequeñas, que causa trastornos de la alimentación a millones de persona, y deja a un sector de la población, amantes de la moda, fuera de ella.
¿Qué hacer? Esa es la cuestión que lleva bailando tiempo dentro de mí. En vez de quejarnos, quizá debiéramos competir, y ofrecer al sector discriminado la vestimenta deseada.
